La pelota era controlada por River, a pesar de aquellos futbolistas que integraban la zona media. La tenencia de los de Núñez provocó que Boca se retrasara en su campo, y eligiera el contrataque como vía de llegada hacia Armani.
Las acciones de riesgo no aparecían, y todo se diluía cuando llegaban a las áreas. Los problemas para River empezaron cuando Meza se lesionó en una corrida, y tuvo que ser reemplazado. El que ingresó fue el paraguayo Galarza Fonda, que se caracteriza por la marca y el sacrificio. Zeballos, en ese momento, se adelantó en la cancha para poder volcar su potencial.
El primer tiempo había ingresado en el descuento, y de un pelotazo largo desde el fondo, Boca aprovechó para ponerse en ventaja. Giménez cabeceó la pelota ganándole en el salto a Paulo Díaz, y luego Zeballos se encargó de hacer la suyo: encaró en diagonal hacia la derecha, remató al arco y del rebote que dio Armani convirtió el gol.
River tenía que salir a buscar el empate en la segunda parte, y por ello Gallardo decidió el ingreso de Quintero por un marcador central (Rivero). La determinación incluyó reordenar la defensa y tener cuatro hombres en el fondo. El visitante no se terminó de acomodar y Boca aumentó la ventaja con otra gran aparición de Zeballos.
El joven se desprendió por la izquierda, se escapó de la marca de Portillo, y cuando ingresó al área le cedió la pelota a Merentiel para que convierta abajo del arco.
El desconcierto empezó para River en ese momento, debido a se vio sorprendido por el inicio de Boca en esa mitad. Inclusive, el conjunto local estuvo más cerca de marcar el tercero, pero entre Armani y la falta de precisión de Giménez lo evitaron.
Del otro lado, el juego de Quintero no aparecía, y los delanteros quedaban aislados del resto. Borja ingresó pero en ningún momento quedó de frente al arco. Inclusive, recibió una amonestación por una falta fuerte sobre Costa.
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El derrumbe de River fue en aumento, y Boca dejó pasar oportunidades para transformar la victoria en goleada. La falta de respuestas de los jugadores visitantes fue alarmante, y desde afuera tampoco llegaban señales que pudieran transmitir lo contrario. Galarza Fonda y Salas tuvieron opciones para descontar en el final, en las dos únicas jugadas de peligro serio. Demasiado poco para un plantel que apuesta por proyectos superlativos.
Boca se entregó a la fiesta que armaron sus hinchas desde afuera, y se quedó un largo tiempo celebrando en el campo de juego. La tercera victoria seguida había llegado, pero no era una más.