Tras la cancelación, las repercusiones no se hicieron esperar. La Conmebol oficializó la medida apuntando a la "falta de garantías de seguridad por parte de Independiente" y derivó el caso a su tribunal de disciplina. Por su parte, el presidente del club de Avellaneda, Néstor Grindetti, calificó el comportamiento de los hinchas chilenos como "repudiable" y denunció que "destrozaron los baños".
Desde Chile, Michael Clark, aseguró que "el fútbol ahora pasa a un segundo plano". A la polémica se sumó el presidente de Chile, Gabriel Boric, quien culpó tanto a la "violencia en las barras" como a la "evidente irresponsabilidad en la organización" y ordenó a su embajador asistir a los heridos.