“Llegan Prefectura, Gendarmería y Policía Federal”, gritaban los manifestantes, repitiendo una escena que se volvió costumbre. Entre bastones, pancartas y banderas, el reclamo fue el mismo: “Queremos cobrar para vivir, no sobrevivir”.
Hacia las 15.30, un grupo de jubilados tiró parte de las vallas que bloqueaban la avenida. La respuesta fue inmediata: efectivos de la Policía de la Ciudad reforzaron el operativo, aunque no avanzaron sobre los manifestantes. No hubo dispersión, pero sí un mensaje claro, el espacio público está militarizado. Además, las fuerzas detuvieron a una persona sobre la Av. Hipólito Yrigoyen, identificada como Luis Fernando Ochoa.
El gobierno nacional sostiene la aplicación estricta del protocolo antipiquetes, incluso frente a las marchas más pacíficas. “Nos tratan como delincuentes por pedir lo que nos corresponde”, denunció uno de los jubilados, extrabajador ferroviario, que participa de la ronda cada semana.
Mientras los haberes mínimos rondan los 300 mil pesos y la canasta básica supera el millón de pesos, el ajuste se siente con crudeza. “Los miércoles nos reprimen, pero volvemos igual”, dijo otra manifestante, alzando su cartel.