Todo indica que la estrategia del Gobierno no solo será apelar al legado de más de dos décadas de chavismo, como viene siendo una constante en las últimas elecciones, sino también hacer foco en los indicadores económicos tras la desaceleración de la inflación. Por ejemplo, en pleno clima ya electoral, el Presidente pronosticó que la economía de Venezuela crecerá este año un 8%. La decisión de la administración Biden de no renovar la Licencia General 44, por la cual Venezuela puede comercializar gas y crudo con un mundo aún en parte dominado por Estados Unidos, podría ser una noticia que dificulte la economía venezolana, aunque reforzaría el argumento del chavismo de que la crisis económica se debe enteramente a las sanciones estadounidenses.
Lo cierto es que el oficialismo destacará ciertas mejoras en los indicadores como la mayor desaceleración de la inflación en al menos una década y un crecimiento en el 2023 del 5%. De hecho, el FMI proyectó para este 2024 un crecimiento del 4%, es decir, por encima del resto de los países de la región Paraguay (3,8%), Uruguay (3,7%) Perú (2,5%), México (2,4%), Brasil (2,2%), Chile (2%), Bolivia (1,6%), Colombia (1,1%), Ecuador (0,1%) y Argentina (-2,8%).
El chavismo también hará campaña reivindicando su unidad y su consenso -como estrictamente muestran puertas para afuera- frente a las discusiones y las tensiones que han marcado al heterogéneo arco antichavista en las últimas décadas.
Tras algunos rumores que ponían en duda si finalmente Maduro se iba a presentar para un tercer mandato, esta semana el oficialismo ratificó la candidatura de Maduro para el 28 de julio. “No van a dividir al movimiento chavista. Estamos muy unidos, más que nunca, claros de la misión”, afirmó el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, quien además sostuvo que la idea de que podía ser reemplazado o que había quiebres dentro del oficialismo fue una campaña en redes sociales para fraccionar al oficialismo. Por lo que el chavismo se mostró enfilado detrás del mandatario.
En las elecciones anteriores, mientras se cuestionaba al chavismo o se ponía en duda la institucionalidad democrática, se criticaba también a la oposición por no tener tampoco una estrategia acordada. Los opositores pasaron de pedir la abstención a proponer a Juan Guaidó como Presidente sin pasar por las urnas, entre otras decisiones, que en la gran mayoría de los casos terminó con poco éxito electoral, una oposición fracturada y los dirigentes inhabilitados o exiliados. La situación de esta votación, después de que el país sufriera el peor éxodo humanitario de la región con más de 7 millones de venezolanos buscando futuro principalmente en América Latina, parece ser distinta.“Este es el momento de lograr una transición democrática en paz para los venezolanos”, sostuvo en las últimas horas el candidato Edmundo González, que reconoció estar sorprendido con el rol que ocupa ahora como candidato. Con un discurso moderado, el diplomático afirmó que hay que dejar atrás los últimos 25 años de confrontación y aseguró que trabajará para que se propicie el reencuentro de los venezolanos, el regreso de quienes emigraron y la recuperación económica y democrática del país. Según varios analistas, pese a ser un desconocido hasta hace unas horas, González podría duplicar en intención de voto a Maduro, si hay una alta participación electoral.
“Es imposible que el Gobierno gane unas elecciones con una participación por encima del 60% y que haya un candidato unitario de la oposición. Se convertiría en elecciones plebiscitarias, donde la gente lo tomaría como quieres o no quieres que continúe Maduro y la gente que no quiere, que es la mayoría, votaría por cualquier candidato que le pusiera la oposición unitaria. En un contexto de elecciones creíbles, irían a votar masivamente contra Maduro y para Maduro sería imposible maquillar algo así”, afirmó Alifa, sobre cómo ve el panorama.
El especialista que considera que el chavismo está en su peor momento, remarca que la situación económica que venía con cierta crecimiento tras el levantamiento de algunas sanciones por parte de Estados Unidos, fue recrudeciéndose desde octubre del 2023 y hay dudas ahora sobre los anuncios del gobierno de Joe Biden de reimponer algunas, por considerar que no se garantice la transparencia para la votación del 28 de julio.
Alifa suma otros factores: “El escándalo de PDVSA fue muy duro, tanto en términos en percepción de la gente como también para el chavismo fue desmoralizante ese escándalo en términos de finanzas públicas. Hubo un enorme robo cuando estaba entrando algo más de dinero (por el levantamiento de algunas sanciones) pero hubo un desfalco gigante que generó vacío para hacer campaña electoral, para programas públicos y para aceitar la maquinaria del chavismo, y un malestar general muy grande porque el gasto público motoriza la economía y se siente esa ausencia”.
¿Y ahora?
El mapa electoral hasta ahora quedará marcado entonces por la candidatura de Maduro, de González y candidatos de menor peso, algunos conocidos como alacranes por considerarse que figuran como opositores pero que son cercanos al oficialismo y otros de espacios que han sido intervenidos judicialmente. Betancourt recuerda que en 2022, el Tribunal Supremo de Justicia intervino 11 partidos de derecha y de izquierda, incluyendo el Partido Comunista de Venezuela, entre otros.
En ese contexto, la pregunta que surge desde la oposición es si el oficialismo intentará hacer algo para evitar que la oposición se quede con la victoria. Algunas voces opositoras advierten sobre un posible fraude, algo que hasta el propio González sostiene que es difícil que suceda, aunque llamó a observar el proceso. “Creo que la transparencia de un proceso electoral se va a garantizar a través de la masividad del voto. Creo que Venezuela va a salir a votar de manera muy masiva, a pesar de todas las trabas que ha habido con el registro electoral, con las actualizaciones, los cambios, con cómo le cercenaron el derecho a los votantes en el exterior con un montón de requisitos que son hasta inconstitucionales”, concluyó Betancourt.
Mientras que Alifa, aunque no cree que suceda, no descarta la posibilidad de algún intento del oficialismo por evitar el escenario electoral que se garantiza hasta ahora y afirmó: “Dejar a la Plataforma Unitaria sin candidato, es decir, obstruir la candidatura de Edmundo sería traspasar una línea muy delgada que divide de ser Maduro a ser Daniel Ortega. Ya sería una situación sumamente indefendible que lo llevaría a un aislamiento y creo que es un escenario que el gobierno quiere evitar, aunque si no le dan otra opción, creo que podría tomarla. Está la duda de qué hará el Gobierno”.
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Sin embargo, el oficialismo se muestra confiado de que ganará en las elecciones y descarta cualquier intervención en el proceso electoral. En las últimas horas, Maduro afirmó: “Este pueblo se prepara para dar una lección histórica a esa derecha fascista, derecha imperialista, entreguista que pidió la invasión de Venezuela y que pidió sanciones. Tengan la seguridad absoluta”. El mandatario hace referencia particularmente a la figura de Machado, quien en reiteradas ocasiones había pedido y celebrado las sanciones al país, además de pedir abiertamente que militares estadounidenses ingresen al país, discurso que moderó en campaña.
La estrategia opositora que irá con candidato unificado y sin llamado a la abstención fue una sorpresa no solo para los propios opositores, sino también para el oficialismo. Dentro de la oposición se dividen entre los que creen el oficialismo sabe a qué se enfrenta y podría ser una retirada de Maduro sin las críticas que marcaron las denuncias de inconstitucionalidad anteriores, y los que sostienen que el oficialismo aún puede llevar adelante alguna maniobra, pero que a priori podría dejarlo muy expuesto y aislado.
Lo cierto es que hace mucho tiempo que Gobierno y oposición en Venezuela se preparaban para participar en unas elecciones presidenciales en las que ambos estaban convencidos de que iban a ganar.