Pero fue a partir de la crisis económica-política del 2001, y los elevados índices de desocupación, pobreza e indigencia, los cuales fueron profundizados por la crisis de la convertibilidad y su salida devaluatoria, que los sectores más golpeados reclamaron al Estado la implementación de planes sociales de alcance masivo.
Sólo a partir del año 2003 la situación comenzó a revertirse, y la economía a recuperarse, ya que se desaceleró la tasa de la pobreza e indigencia. En referencia a la políticas de ingresos, el gobierno ejecutó la prolongación del Plan jefes y jefas, aumentó salarios, asignaciones y haberes jubilatorios, y abrió la renegociación de los salarios mediante la paritarias. Todo esto conllevó que la tasa de desempleo que en el 2005 era de 13%, pase a ser del 9,8% en el 2007. Por lo tanto, debido a la recuperación económica, los niveles de pobreza descendieron del 44,3% en 2004 al 23,4% en 2007.
Luego del conflicto con el Agro en el 2008, el kirchnerismo fue en búsqueda de consensos para salir de la crisis financiera internacional que impactaba en el país. La llamada a los históricos reclamos fue respondida durante el 2009. En ese contexto, el Poder Ejecutivo creó mediante decreto la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social (Decreto 1602/09), un subsistema no contributivo dentro del régimen de AAFF, y bajo jurisdicción de la Anses, destinado a los trabajadores informales y desocupados que no percibieran el seguro por tal condición.