Asistimos a un nuevo intento de disciplinamiento, no solo contra una persona, sino contra un proyecto de país. El fallo judicial contra Cristina no puede ni debe ser convalidado por esta Legislatura, ni como castigo al justicialismo ni como advertencia a la sociedad.
La historia argentina está marcada por los intentos de silenciar a quienes desafiaron al poder real: Rosas, Yrigoyen, Perón, Evita… y hoy, Cristina. A quienes no se callan, no se venden y no se rinden, los persiguen. Pero no están juzgando a una dirigenta: quieren censurar un proyecto político.Uno que defiende la soberanía, el trabajo, la justicia social y una democracia real.
El gobierno de Milei no gobierna: ajusta, entrega y reprime. Y para ejecutar su plan de motosierra, necesita condicionar la democracia, proscribir liderazgos y evitar que el pueblo elija libremente.
Lo que se intenta es inédito y peligroso: criminalizar el ejercicio presidencial, sentando un precedente judicial vergonzoso. Cristina no fue condenada por
actos propios de corrupción, sino por la absurda figura de “no haber impedido” supuestos hechos ajenos.
No hay una sola prueba que demuestre su culpabilidad. No hay expediente que pueda tapar el amor y la lealtad del pueblo.
Cristina es una fusilada que vive. La intentaron matar y ahora quieren encarcelarla. Pero no podrán proscribirnos. No hay cepo que detenga a la democracia popular. Nos persiguieron, nos proscribieron y nos dieron por vencidos, pero siempre volvemos más fuertes.
Convocamos a los concejos deliberantes de los 70 municipios del Chaco y a cada militante a fortalecer la organización y unidad del campo nacional y popular, porque no somos una firma, ni una candidatura: somos un pueblo que no se arrodilla.
Todos con Cristina. Todos con la Patria.